Educación y Práctica de la Medicina

Presentación del Dr. Roberto Esguerra Gutiérrez*

Introducing Dr. Roberto Esguerra Gutiérrez

Eugenio Matijasevic • Bogotá, D.C. (Colombia)

* Presentación del Dr. Roberto Esguerra Gutiérrez con motivo de la Primera "Conferencia Dr. Roberto Esguerra Gutiérrez", dictada durante la inauguración del X Congreso SOLAMI -XXVI Congreso ACMI-ACP, Cartagena 18 de agosto de 2017.

Dr. Eugenio Matijasevic: Editor General Acta Médica Colombiana. Bogotá, D.C. (Colombia). E-mail: eugenio.matijasevic@gmail.com

Recibido: 21/IX/2017 Aceptado: 19/X/2017


Tengo el honor de presentar al doctor Roberto Esguerra Gutiérrez. Honor bastante fácil de cumplir pues el Dr. Esguerra es una figura no solo bien conocida sino también bastante querida por todos aquellos, médicos y pacientes a la par, amigos y colaboradores, que hemos tenido la fortuna de trabajar con él; lo cual equivale, invariablemente, a aprender de él. Así que la presentación será breve.

El doctor Esguerra es un médico colombiano que se especializó en Medicina Interna y posteriormente se subespecializó en Medicina Nuclear; ha sido miembro del comité editorial de la revista Acta Medica Colombiana; editor de un excelente libro de Medicina Interna que alcanzó tres ediciones; presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Interna de 1984 a 1986; Director General de la Fundación Santa Fe de Bogotá en dos ocasiones, de 1985 a 1994 y de 2001 a 2010; miembro honorario de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas; Editor de la revista Hospitalaria de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas; primer Gobernador del Capítulo Colombiano del American College of Physicians (ACP), capítulo que en tres ocasiones, bajo su égida, ha recibido el honor de ser la mejor gobernación del ACP. También ha recibido otros honores, como la Cruz de Boyacá, el máximo honor que concede el Estado colombiano a un ser humano que haya prestado servicios invaluables a la comunidad. La descripción de sus hazañas, como en el elogio de un héroe griego, tomaría mucho más tiempo del que me voy a permitir, porque hoy hemos venido a oírlo a él, a aprender de él, más que a hablar de él. ¿Para qué extendernos en hablar de él si, afortunadamente, podemos oírlo hablar a él en vivo y en directo?

Sin embargo, hay otras facetas de su vida quizás menos conocidas por todos pero que es necesario mencionar para dar una idea más clara y precisa del ser humano integral que es: ha sido columnista de opinión en el diario El Espectador (¡y qué opiniones!); cuando apenas se comenzaba a hablar del tema fundó el Instituto de Humanismo y Bioética con sede en la Fundación Santa Fe de Bogotá con la aspiración de que fuera un instituto dedicado a la promoción y la investigación en Bioética en nuestro medio; creó en los cursos de inducción a los nuevos miembros del Hospital Universitario de la Fundación Santa Fe, tanto médicos como no médicos, una cátedra dedicada a promover y enseñar la humanización del cuidado de la salud; es miembro del Comité de Ética Hospitalaria del Hospital Universitario Fundación Santa Fe de Bogotá y es profesor de Bioética en la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, cátedra en la que, como el humanista que es, trabaja de manera tutorial con los alumnos, hombro con hombro, permitiéndoles incluso vivir la experiencia increíble para un estudiante de pregrado de asistir a los comités de ética hospitalaria.

Son proezas suficientes para darle lustre y gloria a su nombre, son además, proezas que de una u otra manera, algunas más conocidas que otras, se han hecho públicas. Pero lo que no todo el mundo sabe, porque no ha sido público, es que en varias oportunidades, y entro ya en el terreno de la leyenda, el Dr. Esguerra ha sonado para ministro de salud en gobiernos desde el punto de vista ideológico bastante disímiles entre sí. De acuerdo con la leyenda, es como si en todos esos casos el gobernante de turno considerara que el Dr. Esguerra era el hombre providencial que pondría orden en un sistema de salud como el colombiano siempre al borde del abismo. Y sin lugar a dudas era el hombre providencial: nadie como él conoce a profundidad las falencias y las bondades de nuestro sistema de salud y, con seguridad, también los remedios a sus equivocados cauces; nadie como él ha llegado a la conclusión ineludible, ya conocida desde Hipócrates pero olvidada por los encargados de las políticas de salud e incluso por muchos supuestos discípulos del sabio de Cos, de que 'la razón de ser de la medicina son los pacientes" (1). Para fortuna nuestra, de todos nosotros, sus colegas y discípulos, dicho nombramiento nunca se ha concretado; sospecho que quienes alguna vez pensaron en el Dr. Esguerra como un ministro de salud salvador tenían la idea errónea de que el Dr. Esguerra sería el sabio que pondría en marcha la agenda política del mandatario de turno para el sistema de salud colombiano, pero nunca imaginaron que, vuelvo a decirlo, para fortuna nuestra, el Dr. Esguerra tenía su propia agenda sobre lo que debería ser un sistema de salud integral, justo y respetuoso, y que mantendría su independencia de criterio, parapetado en una estructura moral a toda prueba, optando (antes que claudicar en su conciencia) por resistirse como Ulises a los cantos de sirena que lo llamaban al mar de la política.

Ulises, también se sabe, era, entre los hombres que lucharon en la guerra de Troya, el único que mereció el adjetivo de jtoXútqojtoç (polítropos), "de muchos senderos, de multiforme ingenio" (2). Gracias a ello se atrevió a oír el canto de las sirenas sin correr el peligro de ser atrapado por ellas y, así, como el Dr. Roberto Esguerra, viajó amarrado al mástil de su nave mientras oía las promesas de las sirenas y atravesaba imperturbable el mar de La Odisea.

No es un secreto para nadie que La Odisea es en realidad la historia de un duro retorno a casa, un regreso al hogar. Sin embargo, en la mayoría de los idiomas occidentales la palabra odisea también ha pasado a significar una aventura gloriosa, épica. El caso es que, en la odisea del Dr. Esguerra, muy diversas personas lo han considerado el mejor candidato posible a todo, incluido el Ministerio de Salud. Cuando una empresa está a punto de irse a pique la gente acude al Dr. Esguerra como a un nuevo Ulises, para que diseñe una estrategia que permita en el último momento tomar a Troya y culminar la empresa. Todos recuerdan el papel de Ulises en la estratagema del caballo que permitió la caída de Troya. Pero la comparación con Ulises no es muy feliz, excepto en lo del multiforme ingenio, porque Ulises era un hombre de guerra mientras que el Dr. Esguerra, honrando a sus ancestros, es un hombre de paz. Sirenas de diversos partidos políticos lo han considerado, como a Ulises, la última esperanza, pero parece que su sabiduría ha consistido también en resistirse al canto de esas sirenas.

Pero ya que he hablado una y otra vez de su sabiduría, y para terminar, quiero detenerme un momento en el adjetivo sabio: ¿Quién es sabio? ¿Basta con ser sabio?.

Aristóteles pensaba que la sabiduría es una virtud asentada en la comprensión de las causas, los primeros principios; esto es, en conocer por qué los eventos del mundo y los estados de cosas son de una manera y no de otra (3). Fíjense en ello: de acuerdo con Aristóteles la sabiduría no consiste simplemente en saber cuáles son los estados de cosas o cómo se desenvuelven los eventos del mundo, sino en saber por qué ocurre así y no de otra manera. Esta virtud que promovía Aristóteles, σοφία (sofía: la Sabiduría), no era nueva para los griegos en cuanto a su nombre, pero sí tenía un nuevo sentido. Venía a acompañar las cuatro virtudes clásicas que su maestro Platón había enseñado como características sine qua non de un estado fundado correctamente ["es sabio, valiente, moderado y justo" (4)]; características que, después de un profundo análisis en La República, resultaban ser las mismas que las de un ser humano virtuoso. Pero la Sabiduría de Platón no era con exactitud la misma que ahora proponía Aristóteles. De hecho, después de las precisiones realizadas por Aristóteles, la Sabiduría de Platón cambiaría su nombre por el de Prudencia conformando así el cuarteto virtuoso que la edad clásica y la edad media conocerían como las cuatro Virtudes Cardinales:

De ese cambio de la Sabiduría por la Prudencia en el cuarteto de las Virtudes Cardinales fue responsable, como dije, el propio Aristóteles, pues separó al interior de la Sabiduría de Platón, cinco "disposiciones" o capacidades mediante las cuales la ψυχή (psyché: la Psique, el alma, el espíritu del ser humano) podía estar en posesión de la verdad cuando afirmaba o negaba algo:

Con dicha separación, la Sabiduría de Platón en las "disposiciones" de Aristóteles quedaba limitada a la φρόνησις (fronesis: Prudencia); mientras que la Sabiduría (oo(ía) propiamente dicha sería para Aristóteles una combinación de episteme y nous (10), dejando las otras dos disposiciones de la Psique para conocer la verdad (téchne y fronesis) como virtudes diferentes a la sabiduría, pero indispensables para alcanzar la ἀρετή (areté: la excelencia). Por ello, dice Aristóteles, mencionando dos sabios paradigmáticos de la Grecia clásica, que "Anaxágoras, Tales y otros como ellos son llamados sabios, no prudentes" (11). Pero un ser humano virtuoso, alguien que hubiese alcanzado la excelencia, no sólo es sabio sino que combina la sabiduría con las otras disposiciones del alma para conocer la verdad y con las otras virtudes del cuarteto de Platón no incluidas entre estas cinco. Para Aristóteles un verdadero ἀρετηφόρος (arete-foros: portador de la excelencia), como el Dr. Esguerra, ha llevado a la perfección la techné, la episteme, la fronesis, el nous, la sofía, la andreia, la sofrosyne y la dikaiosyne; o, en síntesis: es sabio, prudente, temperado, valiente y justo.

Cuenta la leyenda que Diógenes el cínico, también llamado Diógenes de Sínope, andaba por el mercado de Atenas a plena luz del día con una lámpara encendida buscando un hombre (virtuoso) (12); un hombre que conjugara en su carácter la sabiduría en todas sus formas, la prudencia, la templanza, el coraje y la justicia. La ironía de Diógenes era buscarlo con la luz de la lámpara a plena luz del día. Tan difícil sería encontrarlo. Yo puedo asegurarle a Diógenes que no tiene que buscar más... le presento, y les presento, al Dr. Roberto Esguerra Gutiérrez, un hombre sabio y prudente en el mejor sentido aristotélico, alguien que ha alcanzado la areté en el mejor sentido del pleno desarrollo de las facultades humanas, tan caro a los griegos.

El Dr. Esguerra inicia hoy la conferencia que llevará su nombre, conferencia que se llevará a cabo cada dos años en el transcurso del congreso ACMI-ACP y que versará sobre un tema muy querido por él: el humanismo en medicina.


Referencias

1. Esguerra R. Conferencia Lombana Barrebeche: El Médico para el Nuevo Milenio. Acta Med Colomb 1999; 24 (1): 5-14.

2. Satnford WB. El Tema de Ulises. Silván A (Ed.). Madrid: Clásicos Dykinson; 2013: pp 133-163.

3. Aristóteles. Metafísica. 980a-983a. Calvo-Martínez T (Traductor). Madrid: Editorial Planeta-DeAgostini; 1997: pp 12-20.

4. Platón. República. 427 e, 445c. Eggers-Lan C (Traductor). Madrid: Editorial Planeta DeAgostini; 1995: 166-195.

5. Irwin TH. Prudence and Morality in Greek Ethics. Ethics 1995; 105 (2): 284-295.

6. Spinoza B. Ética demostrada según el orden geométrco. Parte III, Proposición 59. Peña V (Editor). Madrid: Ediciones Orbis; 1980: pp 115.

7. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Vigésimotercera edición. Templanza. Madrid: Espasa Libros; 2014.

8. Soriano-Ruá E. La Justicia en la República de Platón o la opción a ser Libre. Teorema: Revista Internacional de Filosofía 1979; 9 (3/4): 247-256.

9. Aristóteles. Ética a Nicómaco. 1139 b-1145a. Pallí-Bonet J (Traductor). Nota 123. Madrid: Planeta-DeAgostini; 1995: pp 152-170.

10. Hawley-Trowbridge R, Ferrari M. Sophia and Phronesis in Psychology, Philosophy, and Traditional Wisdom. Research in Human Development 2011; 8 (2):89-94.

11. Aristóteles. Ética a Nicómaco. 1141b. Pallí-Bonet J (Traductor). Nota 129. Madrid: Planeta-DeAgostini; 1995: p 158.

12. Diógenes Laercio. Vidas de Filósofos Ilustres. VI 41. García-Gual C (Editor). Madrid: Alianza Editorial; 2007: p 297.